Doka, el aroma que despierta el alma
Doka, el aroma que despierta el alma
El aroma del café recién chorreado, se conjuga con la brisa fresca que hace tiritar y el murmullo de la guía que nos invita a tomar una taza de café, para así emprender el viaje de descubrimiento Doka Estate.
La vista en esta finca cafetalera es simplemente esplendorosa, ya que estamos en las faldas del Volcán Poás, donde la altura y el clima hacen una unión perfecta para darle ese delicioso y característico sabor al café que aquí se produce.
La guía nos cuenta la historia de Doka, haciendonos viajar en el tiempo 3 generaciones atrás, cuando la familia vargas empezaba a cultivar café, en el ya lejano 1940.
Nos explico como poco a poco, incursionaron en las distintas fases del proceso de producción de café, la fábrica húmeda, el secado y el uso de tecnologías, todo esto, mientras yo fascinado me entretenía viendo los almácigos, las pequeñas plantas de café al poco tiempo de haber nacido.
Cada paso que dabamos era un aprendizaje, pero sobre todo un desafío visual, ya que se tenía que decidir a que lugar ponerle atención. Era difícil escoger que escena era más bonita entre el bello azul de las montañas y el verde de los cafetales.
En el trayecto fue cuando nos dimos cuenta, que la planta del café tal musa glamurosa, es delicada y celosa, y requiere de clima, detalles y cuidados especiales para lograr el sabor perfecto.
La guía recorre el cafetal tranquila y muy segura, mientras nos sigue contando del café doka. Se cosecha dos veces al año, cuando el fruto se encuentra con un rojo perfecto, se debe elegir con mucho cuidado cuales están realmente maduros, “¡Esto es vital!” Exclamó la guía muy emotiva, y continuó “ya que de esta manera, garantizamos que el sabor de cada variedad de café que producimos sea perfecta”, terminó la frase con una mirada orgullosa, mostrando lo satisfecha que se sentía de formar parte de la familia Doka.
Después de conocer el banco de variedades de café y el beneficio nos llevaron a los patio de secado al sol, donde no enseñaron la manera artesanal para secar y mover el café, técnica que al día de hoy, siguen utilizando, para mantener la esencia que antaño les dio el éxito del que se enorgullecen hoy.
El recorrido aún no terminaba, encontrándonos con algo completamente inesperado: Un hermoso mariposario donde pudimos relajarnos y descansar con una deliciosa taza de café, mientras el revoloteante crisol de colores bailaba a nuestro alrededor.
Después del hermoso espectáculo, fuimos llevados a hacer una cata de café, en un digno de mencionar centro de convenciones, enorme y moderno, con un pequeño lago a sus afueras, sobresaliente entre el eterno verdor de la finca.
En la cata aprendimos a tomar café como si fueramos baristas, aunque siendo sinceros, mi inexperta lengua se perdió entre la gran cantidad de detalles que no intentaban mostrar, como los sabores que iban desde el cardamono hasta la mantequilla, pasando por sabores picantes y dulces, hasta los vinos y achocolatados, ¡Todo un universo de sabores en una sola taza!
No cabe duda que la gastronomía, es el reflejo perfecto de la cultura de un pueblo y el café, es uno de los más importantes de Costa Rica. Cada fruto, cada grano, cada gota son la esencia misma del ser costarricense y Doka la distribuye por el mundo con un señorío y calidad inmejorables.
El atardecer, creando hermosas tonalidades por toda la finca, nos hizo ver que el tour iba llegando a su fin, sin embargo todo lo vivido en Doka, el aroma de café chorreado, la brisa fría y el murmullo de la guía, quedarán por siempre en mi corazón, para hacerme disfrutar, una taza de café doka más.